miércoles, 25 de marzo de 2020

LA PRIMERA CARRERA

Fue el 13 de septiembre de 1998. Ese día fui por primera vez a ver una carrera de Turismo Carretera. El día 12, había resignado ir a un cumpleaños de 15 para poder levantarme temprano e ir al Autódromo de Buenos Aires. Con Fernando Barros, primo de un vecino, Sergio Guzman, emprendimos el camino hacia el autodromo.
Y de pronto, vi ese arco. Inmenso, imponente. Una emoción increíble. Estaba a metros de conocer el autódromo y de ir por primera vez a una carrera de autos, las que siempre veía por la tele, pero ahora, en el mismo lugar donde se hacían. Tenía apenas 15 años. Era tocar el cielo con las manos para mí.
Nos ubicamos en la tribuna frente a los boxes, Un buen lugar dentro de un autodromo en el que no podes ver toda la vuelta completa. Es mas, recuerdo todavía esos esfuerzos por estirar la vista un poco más allá de la 15, la histórica tribuna de Chevrolet, para ver pasar los autos. Y luego, pegarse a la radio o a la radio del de al lado para seguir la carrera que recién podíamos ver en el Salotto, cuando chiquitísimos, se veían los autos nuevamente. El ruido, progresivamente, los hacía más grandes, y cada vez era más atronador a medida que ganaban metro a metro el asfalto del Oscar Gálvez, porque así se llamaba en ese momento.
Y el ruido, más ensordecedor, te hacía despegar de la radio o de la radio del de al lado. Los autos ya estaban en la horquilla y una vuelta más se cerraba. Delante de todos iba un Ford Falcon, pocas publicidades, quizás lo de menos era para mí, pero para los pilotos no: con pocas publicidades, naturalmente el presupuesto para correr no era el ideal.
Una vuelta más. Y otra, y otra. Y el mismo ritual: estirar la vista un poquito más allá de la 15 y luego pegarse a la radio de uno o a la radio del de al lado y otra vez la historia de los autos pequeños y del ruido que de a poco se hacía más grande. Así, hasta que flameó la bandera a cuadros para decretar un ganador.
Ese ganador fue Rubén Luís Di Palma. No podía creerlo: la primera carrera de Turismo Carretera que vi en Buenos Aires la ganaba el Loco Di Palma. Dos años después, cuando se mató en un accidente aéreo en Carlos Tejedor, tampoco podía creerlo. Nadie del automovilismo podía creer que había fallecido Rubén Luís Di Palma, como tampoco podían asumir la muerte de Roberto Mouras, del Pato Morresi y otros tantos que, por ser idolos, parecen para sus seguidores tener esa coraza de la inmunidad eterna.